Las marcas tienen propósito. Son consistentes. Son (hasta cierto punto) flexibles. Provocan emociones.

Necesitan el compromiso del equipo con el que trabajas y la lealtad de tus clientes.

Las marcas compiten constantemente por la atención de un grupo selecto de personas.

La calidad es subjetiva. Y cuando algo es subjetivo, por más estándares que nos inventemos, se convierte en una carrera difícil de ganar. ¿Queremos lujo o queremos consistencia?

También aquí hay una decisión.

Si ya sabes en qué cancha vas a jugar. Toca armar el equipo.

Las matrices son muy difíciles de controlar y de mantener, pero son el camino correcto para la innovación consistente.

Hay que poner el Design Thinking a trabajar.

No con los Post-Its.

Sí con la estrategia.

Posiblemente las disciplinas de valor no se hicieron tan famosas porque no tienen un nombre sexy. Pero es importante leerlo despacio y tomar una decisión.

De esta decisión dependen todas las tripas del negocio.

Los elefantes bailan.

Los mejores productos no siempre se generan de procesos acelerados. Una metodología de Diseño bien aplicada puede generar mejores productos. El Diseño no es un juego, pero todos podemos participar. Las organizaciones deben tener Diseño en su ADN.

Antes—date cuenta que el asunto es en serio.

Después—date cuenta que hasta las historias más simples se diseñan.

Depende. Más vale bueno que perfecto. Prototipos frescos no se califican.

Tenemos que tener clientes dispuestos a pagar, por productos y servicios que funcionen, en un modelo de negocio viable.

No se puede hacer todo. O por lo menos, no se puede hacer todo, al mismo tiempo y bien hecho. A veces, el simple hecho de intentarlo desgasta más de lo necesario.

Hay que entender que vender con promesas no significa vender mentiras y que vender con la realidad no tiene menos emoción.

La parte de de vulnerabilidad y arte están bonitas (y son fundamentales), pero si la estudiamos como estrategia para iniciar un negocio, vale la pena entenderla.

Si estás aquí es por algo. Lo que mínimo que se espera de ti es que levantes la mano y resuelvas. A mi me toca poner los medios (y vivir con las consecuencias).

Las historias de Isabel Allende se leen en días, son captivadoras y entretenidas.

Pero de todas, mi favorita es esta:

El hábito de escribir metas coherentes (y pensarlas poquito) asusta tanto como es efectivo. Es el paso 0 en el camino a lograr algo y asusta porque implican compromiso y nos obligan a escoger en qué y cómo trabajamos.

El costo de diseñar un proceso que cumpla las expectativas de los usuarios y construir una cultura que viva ese proceso, es alto.

La perfección es una ilusión y por eso, creo que dicen que la vulnerabilidad es un antídoto al industrialismo.

En otras palabras, somos irracionales y ciencia y la estadística no pueden predecir nuestras decisiones.

No es lo mismo un prototipo que sirve para comunicar una idea, que un prototipo que sirve para validar una idea.

Cada vez es más evidente que tenemos que empezar por ahí, por observar, por notar.

Después tenemos que hacer.