Tienes al cliente que mereces. Al jefe que mereces. Y al equipo que mereces.

Si estás aguantando al cliente, al jefe o al equipo—o si estas esperando permiso o una invitación—es tu decisión. 

Cómo fue tomando algunas de sus decisiones profesionales, cómo se da a si misma el valor que merece y lo más importante: cómo no intentar jugar un juego de apariencias para ocupar posiciones de liderazgo.

Hay que jugar a las palabras. Hay que contar historias y encontrar la manera de describir conceptos abstractos. Analizar escenarios, tomar decisiones y sintetizar ideas. Ese es, en esencia, el trabajo creativo.

Sí hay que pensar en el resultado, en el desempeño esperado, en todo lo que dice el brief. Y hay que saber también, que nada de eso es relevante para una organización que no percibe valor del trabajo creativo.

Es necesario equivocarse para aprender, pero equivocarse no es divertido. En estos argumentos está el trabajo verdadero. El difícil. El que duele.

Dejarle las decisiones al instinto, no es una invitación a no pensar, sacarle la vuelta al trabajo emocional o permitir que el miedo sea el que toma la decisión. 

Quien se puede adaptar a la escuela o a un trabajo, entender el sistema y actuar como el sistema espera, no sirve para emprender.

A los diseñadores nos entrenan a través de proyectos y críticas, hasta que suceden dos cosas: por un lado, tenemos que entender que las críticas son hacia el resultado (las críticas buenas nunca son personales); por otro lado, formamos una piel gruesa ante el juicio y las expectativas de alguien más.

Cada año, en enero, “actualizo” mi currículum del futuro. Como ejercicio, me ha servido para visualizar logros retadores y encontrar el camino para hacerlos realidad. 

Los casos sirven para ayudar a decidir qué hacer, no para inspirarte a hacer. Las experiencias sirven como parámetro y funcionan mejor cuando todos hablan el mismo lenguaje.

Un buen diseñador es excelente para resolver problemas de diseño en periodos de tiempo determinados y generalmente con recursos limitados. Cualquier posición de liderazgo, por otro lado, implica desde psicología hasta política y carisma.

Se necesita un compromiso personal, mucha energía y un constante trabajo mental para cambiar una vida, incluso solo para cambiar un poquito. Lo volví a probar en el 2017. Funciona.

Nota: Escribí este Post en Mayo de 2016. Lo regresé a la vida como parte de las reflexiones de inicio de año (aunque suene tan cliché).

Cuando los diseñadores están en formación, los bebés diseñadores que apenas están estudiando diseño, exponen su trabajo a las críticas constantemente. Después de esto, salimos al mundo con una piel gruesa ante la crítica, pero un corazón sensible a los usuarios.

El problema, es que es sumamente fácil simular la innovación. Es sumamente fácil generar ideas nuevas o diferentes (hasta de esto hicieron un commodity). Es sumamente fácil ponerlas en a mesa y es fácil probarlas.

Los equipos de diseño normalmente funciona en cíclos y parte del proceso es encontrar claridad, replantearse los criterios y generar alternativas. Acá “arriba” rara vez hay ese espacio para encontrar claridad y replantearse criterios.

Si nunca te han criticado, seguramente no has hecho nada. Incluso una vez escuché: “si no tienes en tu portafolio un trabajo del que te avergüences, es que no has crecido lo suficiente”. 

Podemos seguir haciendo lo mismo. Y lo mismo. Y lo mismo. Pero si queremos hacer arte, si queremos provocar un cambio, si queremos dirigir a un equipo o si queremos construir una empresa, tenemos que hacer algo diferente.

Y no estamos preparados.

Es muy difícil ejercer una posición de liderazgo sin título, pero a veces es necesario. A veces, también es necesario asumir un compromiso y una responsabilidad (suponiendo que ya hay cura hasta para el impostor syndrome). 

A designer that knows the reality knows, too, where the deciding factor lies, be it 1954 or 1991: it lies with the company management, their insight, their attitude, their abilities and their concrete achievements.“