El derecho de equivocarte

Soñar no cuesta nada. Imaginarte el mundo como puede ser, no levanta ninguna alarma.

En el momento en que ese argumento provoca una acción no solo lo abre al debate, lo deja vulnerable. Lo deja a la vista de todos para que cualquiera pueda rechazarlo, la mayoría de las veces con la misma o más energía. Los argumentos que provocan cambios son tan poderosos como sus insights y la responsabilidad con la que se ejercen.

En otras palabras, es más fácil opinar que hacer. Y cuando haces, tienes que estar preparado para el rechazo. No es nada fácil cambiar la inercia de las cosas como son.

Puedes estar equivocado. Es posible que tengas que volver a revisar tus argumentos. Es posible que tengas que asumir consecuencias para las que no estabas preparado.

Es necesario equivocarse para aprender, pero equivocarse no es divertido. En estos argumentos está el trabajo verdadero. El difícil. El que duele.

Hay que defender la oportunidad. Hay que defender el argumento. Hay que defender el trabajo y asumir el resultado. Los mejores viajes no incluyen mapa.

No te puedes aferrar a los argumentos, pero si te puedes aferrar al trabajo. Y a defender al menos tu derecho a equivocarte.

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