Que siempre sí funcionan los planes

Nadie se acuerda de aquel plan de negocios buenísimo--simplemente, porque jamás existió. Las organizaciones van escribiendo su historia al mismo tiempo que la construyen. Lo que menos se necesita es un documento lleno de ilusiones.

Pero los planes no están del todo mal, simplemente hay que cambiar el formato.

Hay que saber la realidad en la que vivimos. Salir a la calle, entender a los usuarios, ver las cosas desde múltiples puntos de vista y no nada más lo que hay dentro de nuestra burbuja. Para entender el panorama hay que conocer la industria y los poderes ocultos. Y hay que poder ponerlo en palabras, suficientes para compartir la idea, pero sin ninguna de más.

El trabajo es provocar el cambio. Lo que creemos que podemos hacer y lo que creemos que puede pasar, son solo ideas. Creemos que sabemos la verdad, pero son solo ideas. Hay que estar seguros de nuestras ideas, que son nuestras, que existen argumentos que las respaldan y que pueden estar equivocadas. No tenemos que tener el camino completamente definido, pero sí conocer más de una alternativa y tener la posibilidad de explorarlas.

¿Qué vamos a hacer al respecto?

¿A quienes vamos a invitar? No sus perfiles, sus intensiones, sus aspiraciones, sus ganas y sus miedos.

¿Cuánto nos va a costar (y hasta donde podemos gastar)?

¿Es lo correcto? ¿Es lo necesario?

El resto depende de tu habilidad de contar historias.

Anterior
Anterior

Lo que es para todos, no es para nadie

Siguiente
Siguiente

¿Para qué trabajas?