Lo que es para todos, no es para nadie
Hace mucho entendí que no se pueden ganar todas las batallas. Si tienes éxito en algo, un éxito rotundo, es porque le estás dedicando el tiempo, la energía, lo que sabes y tus ganas (y aún así es una apuesta). Tener éxito en algo significa que estás fracasando miserablemente en al menos otra cosa: sin tiempo de calidad se limitan muchas relaciones personales, se nos olvida que tenemos un cuerpo que hay que cuidar. En la vida personal ningún extremo es bueno, el balance (parece) que es lo ideal—hay que saber escoger cuando hay que ganar cada batalla.
Con nuestro trabajo, particularmente, es poquito diferente. Encantar a una persona significa ajustar aquello que hacemos a eso que cada persona necesita/desea. Encantar a una persona, muy bien, significa ser completamente reemplazable para la siguiente. No se pueden ganar todas las batallas. No se puede encantar a todos al mismo tiempo. Encontrar un balance aquí, es casi como una carrera al infinito. Es convertirse en un promedio, en un genérico, en algo sin chiste. Podemos intentar mover a las masas y fracasar, o encontrar a la tribu y empujar hacia cierto extremo.