Hay que contar historias

No sé si seas bueno para memorizar. Yo no. Intenté estudiar el arte a través de fechas, corrientes artísticas y aprenderme de memoria los diferentes parados de las esculturas de los faraones. Jamás lo logré.

Sin embargo, resulta que estudiar las vidas privadas de cada artista es sumamente interesante. Pregúntame de Pollock (lo conocí en una Película), de Warhol (leí sus libros), de Klein (investigué el azul perfecto) y de Klimt (una artista plástica me habló de su estilo de vida). Pregúntame de Leonora Carrington, la segunda guerra mundial y la cultura mexicana de las últimas décadas (la novela de Poniatowska es de mis favoritas).

La diferencia es cómo me contaron historias. Y cómo decidí consumirlas.

Pixar revolucionó las películas de animación para niños y, aunque tenían la tecnología de NeXT disponible (también es culpa de Steve Jobs), el éxito no fueron los renders sino las historias. Ve el TED de Andrew Stanton.

Nancy Duarte, también en TED, analizó cómo los mejores discursos tenían una estructura similar. Se trata de viajar entre el sueño y la realidad.

 

¿Qué hay que hacer?

Necesitas saber cuál es el cambio que quieres crear. Necesitas saber qué es lo que estás vendiendo y para quién. Necesitas estar seguro de lo que estás resolviendo y por qué eres memorable.

Un discurso en video de 3 minutos. Tú y tu celular. Sin props, sin cortes, la mirada directa a la cámara.

(Hint: Empieza por el por qué)

Es posible que necesites valor. Es posible que te den ganas de vomitar. Es posible que descubras el antídoto del miedo.

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