No se empieza por el por qué

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Desde un punto de vista estratégico, en donde el objetivo es convencer a alguien de algo, es más fácil conectar con las personas cuando se empieza compartiendo el propósito. Las personas conectan con otras personas a través de historias, no con cosas, no con procesos, no con intercambios.

Simón Sinek tiene una versión simplificada de esto, el círculo dorado, en la que explica un patrón biológico de los seres humanos. Según Sinek, si observamos los niveles en los que funciona el cerebro humano, en la parte más superficial suceden las decisiones racionales. Pero no somos seres racionales, y un poco más al fondo de nuestro cerebro, suceden decisiones relacionadas con nuestros sentimientos y comportamientos. Este sistema funciona a base de estímulos e instinto y no conoce lenguaje.

La versión simplificada son tres círculos, cada uno adentro del otro, en el que (de afuera hacia adentro) entendemos el qué, el cómo y el por qué. Sinek lo explica en relación a las empresas y cómo se comunican con las personas: qué hacen, cómo lo hacen y por qué lo hacen. Y pues si, si somos personas está padre conectar con las personas. Ser vulnerables, tener un propósito y toda la cosa.

Pero el ejercicio de Diseño no es una persona, es un trabajo profesional que genera resultados.

Y las empresas son equipos de personas, organizadas, con comportamientos y objetivos en común, que utilizan un modelo de negocios para participar en un intercambio de valor. Está padre conectar, pero ¿con quién?

¿Con la vida? ¿Con el universo? ¿Con la madre tierra? No.

Con personas.

Con usuarios.

Con usuarios que necesitan ese valor que las empresas producen. Que tienen un problema, que algo les duele o que algo los hace felices.

No sé si fue intencional, pero el ciclo de adopción de la tecnología (de Moore) fue parte de la plática famosa de Simón Sinek. Ahí estaba. Se tiene que aterrizar el por qué con las personas. Lo que no explicó Simón Sinek es que *para comunicar* se empieza por el por qué, pero para crear se empieza con para quién. Es posible que él no lo haya entendido así. Pero se aprecia el intento.

Otra vez, no se empieza con el por qué. Se empieza con ¿para quién?

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