Pero hay que pensar como Diseñadores

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En el lanzamiento del iPhone, Steve Jobs habló de las tres veces en las que Apple ha cambiado la industria: la computadora personal, el iPod y el iPhone.

La maravilla de la Macintosh (la de 1984), era el mouse. Un bloque de plástico que servía como puntero en la pantalla y cambió la experiencia del usuario conectándolo con la computadora. Diseño de producto.

Cuando Steve regresó a la empresa, puso énfasis en el diseño (uno de mis anhelos no cumplidos es una iMac azul). Me gustan la mayoría de las cosas que hace Sir Johnny (VP de Diseño en Apple), pero Apple no regresó a la vida por una cajita de plástico bonita. Ni con una interfaz completamente nueva (el click wheel y iTunes). Apple deconstruyó la industria de la música. Con un modelo de negocios diferente, cambió todos los paradigmas de los jugadores más importantes. Y lo hizo antes de que Alexander Osterwalder escribiera su tesis doctoral. Diseño de producto y diseño de negocio.

El iPhone, por supuesto, fue más diseño de negocio que de producto. Aunque sigue una nueva interfaz (y además hermosa).

El chiste entonces está en crear algo, tan bello como sea posible, con el usuario en el centro de nuestras decisiones. Ese "algo" puede ser un producto tangible, puede ser un servicio, puede ser un proceso o puede ser un negocio. Es aquí donde muchos se hacen bolas.

La primera vez que escuché eso de producto, servicio y modelo de negocio, fue en una presentación sobre innovación.

Un producto es un bien tangible, algo por lo que puedes pagar y te lo llevas físicamente. Una computadora, un libro, una manzana.

Un servicio es algo que alguien más hace por ti (por lo que también puedes pagar). El viaje en Uber, los 100 correos electrónicos que recibes en la mañana, lo que hace tu contador.

La innovación de procesos no es tan sexy, se refiere simplemente a nuevas formas de hacer las cosas dentro de la empresa para que sean mejores (más rápidas, más eficientes o más bonitas).

También se puede cambiar la forma en la que se hacen esos intercambios de valor, en los que alguien hace algo que para otro es valioso y se lo entrega a cambio de otro tipo de valor. No hay reglas escritas para esto y, aunque las hubiera, los diseñadores profesionales están entrenados para observar, idear, probar y ejecutar nuevas formas de hacer estos intercambios de valor.

En otras palabras, estos intercambios de valor son en realidad innovación de modelos de negocio y los Diseñadores están entrenados para provocarla (aunque no necesariamente lo sepan). Podemos decir de forma simplista, a Clara Porset le hubiera servido entender el intercambio completo: el usuario, su viaje, su trabajo, su modo de vida y hasta las intenciones de quienes encargaron el proyecto. Pero le pidieron Diseño de Producto y ella hizo sillas cuando pudo haber hecho Diseño de Negocios.

Eran otros tiempos.

Ya no podemos vendernos por tan poquito.

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