Con la necesidad de comunicar, hay que jugar a las palabras. Hay que contar historias y encontrar la manera de describir conceptos abstractos. Analizar escenarios, tomar decisiones y sintetizar ideas. Ese es, en esencia, el trabajo creativo.

Decir lo correcto es más o menos fácil. Hacer lo correcto es difícil. 

Para conectar entre el trabajo creativo y la realidad hay que hacer. Enseñar. Demostrar. Hay que traducir las ideas, no en planes si no en actividades. En experimentos que se puedan medir. En cambios que produzcan a su vez, resultados tangibles. 

Así como las organizaciones tienen que enterarse del valor el trabajo creativo, los creativos tienen que enterarse del valor de la organización. Sintiendo cómo se va adaptando a nuevas ideas y cómo va logrando su propósito.