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El cambio duele

Claro que el cambio duele y por eso las personas prefieren evitarlo. El dolor es inevitable, incluso para crecer. Es inevitable cuando intentamos adaptarnos para sobrevivir. Es inevitable aún cuando lo planeamos (más aún cuando llega de sorpresa). En las organizaciones, el cambio implica nuevas formas de trabajo, nuevas responsabilidades, nuevos jefes, nuevos propósitos.

La resistencia no es precisamente al cambio, sino al dolor que provoca el cambio.

Podemos administrar el dolor. Podemos usar curitas o placebos. Podemos decidir cambiar lento para sentir poquito, o cambiar rápido con la esperanza de sanar rápido también.

O podemos construir algo mejor.

Podemos construir algo tan bueno que el dolor de estar afuera sea más grande que el dolor del cambio. Podemos construir algo cuya adaptación sea no solo la respuesta si no la aspiración.

También esto significa construir el dolor de forma intencional, pero un dolor fácil de curar.

Así se cambian las organizaciones.