Cuando empecé a trabajar, me recomendaron un libro que se llama "Emprender o Dirigir". Según este libro, que hasta hace unos meses me parecía que decía la completa verdad, hay dos tipos de personas. El primer grupo son las que necesitan estar creando cosas nuevas, se aburren rápido, construyen y después tienen que ceder las riendas de lo que están haciendo, porque su misma naturaleza los lleva a buscar cosas nuevas y, para consolidar las sustentabilidad de lo que hacen, dejan el trabajo de dirigir a quien nació para esto. El resto, los que dirigen, son organizados, mueven personas y estructuras y se encargan de producir. Los que dirigen dan resultados.

Esta es una clasificación muy simplista.

¿En dónde quedan los visionarios como Steve Jobs? Sí, su historia ha sido repetida muchas veces. El rebelde que quería cambiar el mundo a través de las computadoras, explotó los conocimientos de sus conocidos para crear la primera computadora personal y era tan excéntrico dirigiendo su negocio, que para que sobreviviera decidieron correrlo. Solo y con muchos recursos hizo lo que había prometido hacer: computadoras super poderosas. Después, sin usuarios, decidió ponerlas a trabajar produciendo animaciones. Toy Story, Pixar y su regreso a Apple, son historia.

Podríamos pensar que los primeros años de su vida fue emprendedor y después se convirtió en director. Otra vez, esta es una respuesta demasiado simplista.

Steve Jobs, aunque su ejemplo sea un cliché, siempre fue un visionario. Un pirata aferrado a hacer las cosas mejor, que descubrió su carisma en el camino y evolucionó hasta dejar tras él a una de las empresas más exitosas que conocemos ahorita: con billones de dólares en efectivo y una de las marcas más valiosas que existen. Puedes amar u odiar a Apple; puedes estar harto del mismo ejemplo una y otra vez; o puedes acusarme de ser una fanática ciega de la marca. Lo que no puedes hacer, es negar el impacto del personaje en la historia de la empresa: desde que emprendió en su cochera hasta que regresó como Director Ejecutivo y la llevó a transformar las industrias de las computadoras, la música y los celulares.

Puedes escoger ser emprendedor y andar en búsqueda de la nueva gran idea. Puedes escoger ser director y saber cómo hacer realidad la visión de otros (dando cuentas y toda la cosa).

Yo soy una aferrada a hacer las cosas mejor. Porque sé que se puede, porque me gustan los retos, porque me duelen los negocios y porque no dejo de pensar en ningún momento en nuevas y mejores formas de hacer las cosas.

Entonces, ¿emprender o dirigir?

Diseñar.