También los diseñadores somos humanos
Hace poco me dijeron que en lugar de buscar qué nos gusta, habríamos de buscar qué nos molesta. Ahí están nuestras pasiones. Esa es la conversación que hay que empezar.
Hay quienes confunden el diseño con el arte. Es tentador, ambos producen cosas bonitas. Sin embargo, la principal diferencia entre arte y diseño es su función. El arte sirve al artista mientras el diseño sirve al usuario. El propósito del arte es sanar al artista y el propósito del diseño es servir al usuario.
Cuando empecé a estudiar historia del arte y específicamente historia del diseño industrial, descubrí a Clara Porset: diseñadora cubana-mexicana considerada la pionera del diseño industrial en México. Sus butaques son icóncios, desearía cualquier pieza original de ella para mi oficina. Libros, fotos, revistas y sitios enteros de internet después, me encontré un libro en particular con un resumen de su obra. Lo disfruté desde que lo compré en una feria de libros. Después de hojear las fotografías, en un resumen de su trabajo me encontré que uno de sus proyectos, el diseño del mobiliario para los multifamiliares Miguel Alemán, fue un fracaso.
Otra vez, la diseñadora industrial más importante de la época diseñó un conjunto de sala y comedor de bajo costo para los inquilinos de un edificio de departamentos y, a pesar de la excelente selección de materiales, funcionalidad y estética, los clientes no los compraron.
Entre líneas, entendí que las personas no estaban del todo felices con su llegada a una nueva ciudad. Lo único que traían consigo eran sus pertenencias. Lo único que tenían de sus casas y de sus pueblos, eran sus muebles. Y alguien se atrevió a decirles que había otros mejores.
Diseñaron muebles y lo que hacía falta era curar la nostalgia.
También los diseñadores somos humanos. Seguramente no fueron los inquilinos los que pidieron los muebles, posiblemente Clara Porset no los conoció. A veces se nos olvida.
Después de ese shock existencial, pensé que había que aprender negocios.